domingo, 16 de octubre de 2011

Pisco Sour.

Lima. Perú.

Me gustaría poder contar mucho de la ciudad, pero no la conocí. Casi no pude salir del hotel, casi no hubo tiempo para nada fuera del Westin, donde sacamos del horno el evento que amasamos durante meses: Cisco Networkers Cansac 2011.

Tomar el avión fue doloroso y al mismo tiempo liberador. Iker fue la última persona que besé al partir. También fue al primero que besé cuando volví. Iker fue mi inspiración, mi dolor, mi fortaleza, mi ilusión, mi recuerdo, mi puente para volver. No fue sencilla la separación pero se que nos ayudó a ambos, se que nos dio mucho a ambos.

Lima nos recibió fría, nublada, de repente, parecida un poco al D.F. Nosotros llevábamos nervios y alegría...cansancio, emoción. Todo junto. Estábamos listos y Lima nos recibió lista también.
Nadie sabe lo que viene...nadie sabe lo que le espera en un viaje. Todo puede pasar.

Comenzamos cada mañana con gusto, con un equipo alrededor lleno de sonrisas y con excelente actitud. Todos nos hicimos uno. De repente alguna discusión, de repente algún chisme. Siempre pasa. Nada que lamentar.

Cada viaje te enseña cosas. Te deja cosas. Te quita cosas también. Cada viaje te abre caminos y puertas insospechados. Cada viaje te enseña que el sol, es el mismo para todos, en cualquier lugar. Cada viaje te acompaña en tu propio viaje, en tu propia ruta. Cada viaje te vuelve un poco otra persona, porque siempre regresas cambiado, de una u otra manera. Siempre, siempre, inevitablemente, nos demos cuenta o no, cada viaje nos transforma, nos convierte.

No asumir, mi primer aprendizaje. No dar cosas por hecho, no pensar por nadie, ni siquiera por mí misma. Repasar, comprobar, preguntar, estar segura. No asumir. Asumimos todo. Asumimos que el amor durará para toda la vida. Asumimos que nuestra salud durará sana por siempre. Asumimos que nuestros padres saben que los queremos. Asumimos que nuestros hijos querrán cumplir nuestros sueños. Asumimos que la vida nos dará lo que "merecemos". Asumimos que nuestra pareja debe saber, por osmosis o por milagro, todo lo que necesitamos, todo lo que queremos, todo lo que anhelamos. Asumimos que la vida es así, que tenemos lo que nos toca, que recibimos lo que nos fue dado por orden divino.

Entonces, un día pasa que te despiertas y te das cuenta que no es así. Asumir es un error. Asumir es un error patético, porque nos recuerda que no tuvimos el valor de pensar, de repasar, de cuestionarnos, de decidir. Asumir es dejar la decisión en manos de otros, en lugar de tomarla en nuestras manos y decidir nosotros. Asumimos por comodidad, asumimos por flojera, asumimos por ego. Asumimos por orgullo. Asumimos también por ignorancia. Asumimos por pena.

La vida después se encarga de enseñarnos que asumir, es un error caro. Es un error que se paga tarde o temprano. Así, asumir nos costó un retraso de más de 12 horas. Así, asumir nos costó gritos, regaños del cliente. Así, asumir nos costó horas extra de trabajo a muchos. Y sí, al final, todo se resuelve, pero de una manera dura, dolorosa. Al final, es cierto, el reconocimiento sabe mejor, superada la prueba, pero se queda ese vacío de lo que se pudo haber evitado.

La vida nos da oportunidades. La vida nos pone en una balanza de repente, de una sola vez, toda nuestra existencia. Así, sin miramientos, sin contemplaciones. Nos reclama..."no sigas asumiendo, actúa, muévete, decide".

Lima me regaló momentos de silencio, como hace mucho no tenía. El silencio me ha atrapado y a veces quisiera quedarme en su regazo, sintiendo su cobijo y su arrullo. Lima me regaló sorpresas maravillosas y me hizo reencontrarme conmigo misma. Me obligó a verme de nuevo al espejo y preguntarme quien soy. Lima me regaló caminatas cortas y muy rápidas, pero muy divertidas...porque no había tiempo de nada. Lima me regaló tardes frías, cervezas heladas y el mejor ceviche de mi vida. El ceviche peruano, ya por siempre, inolvidable.

Lima me regaló horas extra. Lima me regaló música. Canciones nuevas y canciones viejas. Lima me regaló la increíble experiencia de convivir con gente de tantos lugares que se vuelve un solo equipo y ya todos parecen paisanos. Lima me regaló ver de nuevo a gente muy querida, de una vez al año. Lima me regaló gente nueva, gente inolvidable, gente maravillosa, gente muy "churra". Frases nuevas. Amigos nuevos. Cariños nuevos. Aprendizajes muchos.

No hubo tiempo de paseo, no hubo tiempo de compras extensas. Pocas salidas pero suficientes. Muchas noches largas. Días agotadores. Silencios extensos dentro del propio ser. Dentro de la propia vida. Me quedé a deber Machupichu. Un día será.

De vuelta en casa, el trabajo agotador continúa en ésta, la época más dura del año, pero también la más gratificante. Ya habrá tiempo para descansar y reír y jugar...como pude hacer este fin de semana, al lado de mi pequeño gran amor. Una sola de sus sonrisas me devuelve la vida, la energía, las ganas.

Lima se quedó en Perú. Yo me volví, pero me traje conmigo un poco del Pisco Sour que la ciudad te regala. Me traje las sorpresas, la alegría, el silencio, la música, las sonrisas cómplices. Me traje las pocas salidas del hotel en las que amé ver el cielo. El bar del hotel, la única escapatoria, la única oportunidad. La farmacia de la esquina corriendo. Una fiesta de cierre inolvidable, mañanas frías, la vista por la ventana de una avenida repleta de vehículos, que recordaban a casa.


Lima. Alpaca. Ceviche Peruano y Pisco Sour.
Gracias, Lima!

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